"El mundo esta lleno de pequeñas alegrías; el arte consiste en saber distinguirlas"

Dolores Hidalgo C. I. N. Guanajuato

Dolores Hidalgo C. I. N. Guanajuato
Monumento en honor a Miguel Hidalgo

Localización

Localización
El municipio de Dolores Hidalgo se localiza en la región I-Noreste del estado de Guanajuato, limitando al norte con el municipio de San Diego de la Unión, al oriente con San Luis de la Paz y Allende, al poniente con los municipios de Guanajuato y San Felipe.

Parroquia de Ntra. Señora de los Dolores

Parroquia de Ntra. Señora de los Dolores

miércoles, 7 de abril de 2010

Origenes de Dolores Hidalgo


Los datos de su fundación los encontramos en el Gobierno del Virrey Enríquez de Almanza entre los años de 1568 a 1570. Ajustándonos a ese dato encontramos un asentamiento bastante numeroso ocupado por otomíes – chichimecas, quienes llamaban a este punto “Cocomacán”, que en lengua azteca quiere decir: “Lugar donde se cazan tórtolas”.

Los herederos del mayorazgo que se ha llamado del mariscal de castilla, don Agustín Guerrero de Luna, maestro de campo, y su esposa Doña María Teresa de Villaseca, dueños de la cercana hacienda de la Erre, fincaron en 1643 el Rancho de San Cristóbal.

Unido San Cristóbal, posteriormente, al Rancho de San Pablo, que por merced del rey de España recibieron los dueños del mayorazgo, el sitio recibió entonces el nombre de Congregación de Nuestra Señora de los Dolores, propiedad que pasaron en sucesión a doña María Juana Guerrero de Luna, casada con don José Aguirre y Espinosa, quienes tuvieron por heredera a doña María Francisca de Aguirre y Espinosa, casada con don Manuel Moreno de Monroy.

En 1711 pasó el mayorazgo al capitán don Luis Casimiro de Monroy y a su hermana doña Josefa Manuela, hijos del último matrimonio; y el 5 de Septiembre del mismo año, doña Josefa Manuela, por la mediación del escribano don Jacobo Gómez de Peralta, gestionó la venta de los sitios de San Cristóbal y San Pablo, de su propietario don Juan Manuel de Aguirre y Espinosa, habiendo obtenido licencia de la audiencia para que los vendiera juntamente con dos caballerías más.

Como la muerte no tuvo efecto por la muerte del vendedor, se gestionó de nuevo en 1747 por don Matías de Alamillano con el heredero don Bartolomé de Guzmán, siendo esta vez el comprador el licenciado don Álvaro de Ocio y Ocampo, cura beneficiado de la Congregación de dolores, que ya era conocida como ranchería desde el año de 1643.

En Septiembre de 1710 se trasladó la viraría de la Haciende de la Erre a la Congregación de Dolores. Comprados los terrenos por el cura Ocampo en 1747, los donó al vecindario, repartiéndolos y siguió con más empeño la construcción que había iniciado de la Parroquia, con el ánimo de que la Congregación se erigiera en pueblo. Aumentada la población por este motivo, hubo necesidad de comprar más terreno, que se dividió también, quedando un sitio regular por su figura cuadrada, no obstante está dividido a la mitad por el río de la Hacienda de Trancas, que corre de poniente a oriente. Debe advertirse que el terreno comprado por el cura Ocio y Ocampo importó la cantidad de $2,750 y que la terminación de las torres, portadas y cementerio de la parroquia se debe al bachiller de don José Miguel Rodríguez y Chávez, en su calidad de superintendente de dicha fábrica material, según se ve en la inscripción que tiene el retrato que se conserva en la sacristía del mismo templo.

Las autoridades de San Miguel el Grande ejercieron la jurisdicción civil y criminal des de 1643, en que se declaró Congregación, hasta el 31 de Diciembre de 1790, en que don Juan de Santelices, justicia mayor y subdelegado de San Miguel, cumpliendo con un oficio de fecha 15 de Diciembre, don Andrés Amat de Tortosa, separó la Congregación de Nuestra señora de los dolores de la Villa de San Miguel el Grande, haciendo con el cura don José Francisco de Gallaga, cumpliera con las disposiciones del artículo 13 de la Real Ordenanza de Intendentes, nombrar autoridades para su régimen económico, se hiciera la función titular, se cobrara el tributo que debí a depositarse en arcas cuyas llaves pararía en los ministros de tesoro, nombrara fiscal para enseñar a rezar a los indios, castigándolos con azotes sino concurrían al cementerio los días festivos y fundara el libro de cabildos que al efecto autorizaron los primeros funcionarios don Salvador Manuel Bautista, don José Buenaventura Martínez, don Luciano de los Reyes y don José Lino de Luna.

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